"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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14-10-2016 |
Reino de España: el 'golpe interno' del PSOE visto desde la izquierda socialista. Dossier
José Antonio Pérez Tapia, Juan Rodríguez Teruel, Enrique del Olmo
Tras el Comité federal del PSOE del pasado 1 de octubre, que acabó con la defenestración de la secretaria general de Pedro Sánchez , la nueva gestora presidida por Javier Fernández hace juegos malabares, de la mano del grupo de comunicaciones PRISA, para justificar la abstención en una próxima sesión de investidura de Rajoy. La razón de sus dificultades es la mayoritaria oposición de los militantes del PSOE, según recogen las encuestas . Razón de más para no consultarles. Los diputados del PS de Catalunya han anunciado que mantendrán su voto negativo. E incluso la corriente que encabeza Eduardo Madina –que ha jugado un papel decisivo en el golpe interno- alega ahora su faccionalismo contra Sánchez en términos de “carencia de liderazgo”, pero mostrándose partidarios del “No es no”, que en realidad es un “De entrada, no”, que se convertirá también en abstención en nombre del “mal menor” y la unidad del Partido. Para evitar alentar las tensiones internas del PSOE, Rajoy ha retirado públicamente todas sus condiciones para aceptar una abstención socialista y gobernar con una precaria minoría. La crisis del PSOE es de tal calibre que nos ha parecido imprescindible escuchar las voces de quienes desde la izquierda de la organización han condenado el golpe interno para facilitar la gobernabilidad del PP. S P
Motín para un naufragio: Crónica desde la nave socialista
José Antonio Pérez Tapia
Al día de hoy cualquiera diría que los hechos quieren indicar que, a pesar de estar averiada, la nave del PSOE no corta el mar, sino vuela hacia la abstención que permita que el candidato Rajoy sea presidente de un nuevo gobierno del Partido Popular . Dado que esa parece la intención de quienes por extraños designios han acabado estando al frente del PSOE, quizá algún vate tenga el arrojo suficiente para recitar, con la venia de Espronceda, una recreada versión de “La canción del pirata” tras el asalto sufrido por la ya depuesta dirección, con la dimisión de quien era su secretario general, sin ocultar entre la musicalidad de sus versos que la accidentada travesía que ahora se aproxima a su fin va a suponer el naufragio de una nave que algunos condenaron a una deriva irreparable.
Desde aquellos días de diciembre, cuando ciudadanas y ciudadanos votaron con las expectativas de quienes estaban convencidos de estar conformando un nuevo mapa político para que España se reorientara con acierto en medio de sus crisis, algún “gran timonel” –nada que ver con aquél de la “larga marcha”- ya señaló el rumbo que el Partido Socialista habría de seguir.
Nada de virar a babor, pues navegar hacia la izquierda supondría pactar con tripulaciones a las que se tildaba de populistas o comunicarse con nacionalistas, otrora aliados pero ahora mal vistos cuando sobre el mástil se hace ondear la bandera de una España monolítica. En consecuencia, parte de la tripulación socialista escoró la nave a estribor, como si un pacto con Ciudadanos fuera lo único posible de registrar en el cuaderno de bitácora que se le había entregado a un secretario general puesto bajo estricta vigilancia. Si no era posible arribar a la “gran coalición”, al menos habría que llegar al puerto controlado por el partido que pudiera aglutinar más apoyos. ¿Por qué sería que ese puesto de ventaja se adjudicaba al PP, prescindiendo de corrupciones, recortes y medidas de autoritarismo antidemocrático? No era sólo por eso de que había obtenido más votos y más escaños, pues toda la tripulación sabía que se navegaba con la cartografía de un sistema parlamentario. El orden, por el contrario, es lo que había que salvaguardar para que no se desencajaran las piezas de un sistema con síntomas de hundimiento.
Todos conocemos la tormentosa historia que desde entonces nos ha traído hasta el día de hoy. Siendo imposible sacar adelante una investidura del candidato socialista, presentado a la misma con el pacto con Ciudadanos bajo el brazo una vez que desistió de presentarse el candidato derechista, las segundas elecciones se situaron como nueva etapa de la navegación en curso. El PSOE logró con buenas razones orientar sus derroteros bajo la bandera del “no a Rajoy”, “no a un gobierno del PP”, incluyendo la negativa a una posible abstención que, aun desde una supuesta pasividad, lo encumbrara hacia la presidencia del ejecutivo. El lema fue asumido por la tripulación y el pasaje socialistas: bajo él se hizo la nueva campaña electoral y bajo él siguió actuando la dirección socialista tras los resultados de la misma, adversos, ciertamente, pero no hasta el punto de cercenar toda posibilidad de pacto parlamentario de las “fuerzas del cambio”.
El secretario general, una vez derrotado el candidato Rajoy en el intento de ser investido, rediseñó la ruta para tratar de conjuntar a las “fuerzas del cambio” en la nueva singladura. El “no es no” definía claramente a dónde no se quería ir, y todos en la nave socialista aplaudían con fervor tan firme decisión. No obstante, ciertos temores circulaban entre la tripulación, y los más fervientes seguidores del “gran timonel”, siguiendo las instrucciones de su más aguerrida lugarteniente, empezaron a rumorear por la bodega que tal empecinamiento conducía al desastre. La consigna que vendría después se fue preparando: había que cambiar de bandera. En un determinado momento habría que reemplazar el “no es no” por “una abstención en aras de la estabilidad”.
Mas el capitán, puesto en su papel, el que públicamente se le había encomendado, no estaba por la labor de ofrecerse como chivo expiatorio para cargar con las culpas de la traición que supondría el cambiazo de una bandera por otra. Intentaba, pues, seguir virando el buque a babor, pero con un runrún entre la oficialidad –salvo excepciones procedentes de la marinería de la periferia, especialmente- que iba poniendo en cuestión su liderazgo y su noble intento de hallar una salida para un “no” que no podía mantenerse indefinidamente y urgía, en cambio, a transformarse en un “sí” a un gobierno alternativo como la digna solución necesitada por España.
Cuando los plazos se agotaban y, por otra parte, se vislumbró sobre el horizonte la posibilidad de que un pacto alternativo cuajara, la rebelión a bordo empezó a tomar forma con prisas inocultables. Los mensajes enviados al puesto de mando iban siendo cada vez más nítidos, invocando la catástrofe que sería entrar en la previsiblemente desastrosa etapa de unas terceras elecciones. Una tripulación con muchas bajas y un pasaje hastiado no auguraban ni siquiera afrontarlas con el necesario vigor, máxime cuando la nave neoliberal había salido de los astilleros reforzada y calafateada hasta el punto que la corrosión de su casco se disimulaba con notable éxito ante los ojos que no quisieran ver. Para colmo, desde ella se emitían engañosos mensajes invocando el sentido de Estado, la responsabilidad política y hasta el amor a la patria que, cual encantador canto de sirenas derechistas, seducía de forma irresistible a parte de la oficialidad socialista, la que se dispuso a aprestarse al motín que debía acabar con el mando de un capitán que quiso navegar sin tutelas de “gran timonel” y sin presiones de quienes estando a bordo, o desde otros puertos, presionaban para no llegar a la tierra firme de un gobierno alternativo.
Tocando a rebato para la rebelión, y con discurso del “gran timonel” amarrando los cabos de su justificación, todo se dispuso para provocar la dimisión de Pedro Sánchez , llamado por el destino a ese triste final en la reunión de un convulso comité que ciertamente hizo zozobrar la nave. Con un equipo provisional al frente –la llamada Comisión gestora, de dudosa legitimidad para las funciones encomendadas-, su misión no es otra, al parecer, que ensanchar las tragaderas de la tripulación y preparar la aquiescencia de un agotado pasaje para, abandonada toda esperanza de alternativa al PP, aceptar el amargo cáliz de la abstención para que el candidato popular haga gobierno. Nada, por cierto, de consultar a la marinería, que donde manda nuevo capitán, a las órdenes de un lejano almirantazgo, no mandan marineros. Lo grave es que se cierran los ojos y se tapan los oídos para no sentir cómo cruje la nave, como se le ensanchan las vías de agua, cómo sube de tono el malestar de la marinería, cómo hay abandonos en masa del pasaje… La travesía puede acabar en ninguna parte. O lo que es peor, en el fondo al que arroje a la nave socialista el arrogante poderío con que se ha rearmado la flota conservadora y neoliberal.
Mientras piensa si aún habrá margen para cambiar el rumbo y sobrevivir dignamente, me cuentan los allegados que al recoger sus pertenencias, sobre la mesa de su camarote, el depuesto capitán Sánchez encontró el “Juan de Mairena” de Antonio Machado abierto por la página donde, con su singular agudeza, el poeta dejó escrito:
“Consejo de Maquiavelo: No conviene irritar al enemigo.
Consejo que olvidó Maquiavelo: Procura que tu enemigo nunca tenga razón”.
Y el joven excapitán, por unos momentos, quedó cavilando.
http://www.vozpopuli.com/opinion/Motin-naufragio_0_960803958.html
Tres paradojas en la defenestración de Sánchez
Juan Rodríguez Teruel
El “sábado rojo” que vivió el PSOE el pasado 1 de octubre no fue un episodio inédito en la historia de los partidos políticos, ni siquiera del PSOE. En la vida de estas organizaciones suele ocurrir que, cuando la lucha por el poder interno llega a un punto de división profunda irreversible y las fuerzas están muy igualadas, la disputa final sea virulenta y sin cuartel. Solo quien está en disposición de utilizar todos los resortes al alcance acaba sobreviviendo. Que Pedro Sánchez tuviera que dimitir nos indica la fragilidad con la que había llegado a esta cita frente la determinación de sus oponentes. Las formas no fueron muy distintas a las de la caída de Santiago Carrillo o Margaret Thatcher , por mencionar solo algunos referentes conocidos. La diferencia fueron La Sexta y Twitter.
Muchos analistas han señalado las dudas estratégicas sobre la jugada, puesto que el PSOE se encuentra hoy en una posición peor que hace un mes para resolver sus dilemas. Si Sánchez tenía ante sí tres alternativas ( abstenerse ante Rajoy, apostar por unas terceras elecciones o intentar un improbable gobierno alternativo ), hoy el partido solo puede optar entre claudicar ante Rajoy (tras perder cualquier capacidad de negociación seria) o acudir a unas elecciones que irremediablemente significarán su hundimiento electoral. Como lo segundo es peor que lo primero, apenas existen dudas de lo que acabará votando el grupo parlamentario socialista (o una parte de él): ganar tiempo.
La caída de Sánchez buscaba abortar el inminente acercamiento a Podemos y a los partidos nacionalistas en una última tentativa para formar gobierno, y trataba de evitar que lo hiciera protegido por el apoyo de las bases. Sin embargo, a medio plazo, la nueva dirección que surja en el próximo congreso no va a alterar sustancialmente estos parámetros seguidos por Sánchez. Esta será la gran paradoja de su defenestración, que en realidad son tres.
La primera paradoja, el PSOE seguirá virando a la izquierda. El declive electoral del PSOE está bien identificado. Ha perdido electores en todas las direcciones, y muchos partidos se han beneficiado de ello. Pero su mayor caudal de pérdidas se dirige a Podemos, en el que han acabado muchos exvotantes (uno de cada tres de los que apoyaron a Iglesias), y, aún más preocupante para el PSOE, muchos potenciales votantes jóvenes que ya ni siquiera se plantearon tomar la papeleta socialista.
Como sucede con otros partidos socialdemócratas europeos, la transformación social de largo alcance, el impacto de la crisis en las clases medias y el coste de haber tomado duras medidas al inicio de esta son algunas de las principales causas de la pérdida de músculo electoral. Se trata de votantes con estudios universitarios, en entornos urbanos, más bien jóvenes y difícilmente persuasibles con la retórica tradicional de la izquierda estatista. Un perfil de ciudadano que probablemente observó con mucha severidad la cadena de acontecimientos de la crisis interna del PSOE. Parece difícil que se pueda recuperar a ese votante con el mismo discurso que muchos líderes autonómicos utilizan todavía para mantener el apoyo de los votantes socialistas más fieles. No está claro que sea un apoyo recuperable, pero una cierta podemización del discurso del PSOE parece ser ineluctable.
La segunda paradoja, el PSOE tendrá que seguir tratando de recuperar el norte. La caída del PSOE ha sido particularmente intensa en aquellas comunidades donde compite con partidos regionalistas o nacionalistas. En realidad, en todas ellas Podemos ya ha alcanzado el sorpasso y ha relegado al PSOE a la tercera o cuarta posición en alguna de las elecciones realizadas en el pasado ciclo. Y en todas ellas la mayoría de exvotantes socialistas se ha ido hacia formaciones políticas con un discurso más favorable a la autonomía, apoyando una descentralización mayor y un reparto distinto de la financiación autonómica. De nuevo, Podemos ha resultado el principal beneficiado. Quizá Cataluña sea el caso más ejemplar, pero no el único. Tradicionalmente, estas comunidades aportaban el mayor número de diputados al grupo parlamentario socialista del Congreso. Sin embargo, desde diciembre de 2015 su peso ha caído hasta quedar eclipsado por el de los diputados que provienen de las comunidades meridionales. ¿Se está convirtiendo el PSOE en el partido del sur? Es sin duda un juicio impresionista. Pero cualquier atisbo de recuperación socialista pasará por mejorar su posición en las autonomías del norte con identidad plurinacional.
La tercera paradoja, el próximo líder seguirá apelando a las bases. El detonante de la caída de Sánchez fue el anuncio del calendario de primarias inminentes. En este aspecto, Sánchez realizó un movimiento Corbyn : tratar de reforzar su autoridad ante las crecientes críticas internas apelando a las bases. Los críticos han evitado el primer intento, y han alertado de la perversión a la que puede abocar la lógica plebiscitaria , sobre todo cuando esta se opone al interés electoral del partido. Sin embargo, a pesar de las contradicciones y problemas presentes en los mecanismos de democracia directa dentro de los partidos, que puede alimentar contradicciones entre la lógica de los militantes y la de los votantes, el creciente papel de las bases en la legitimación interna no tiene marcha atrás. El próximo líder del PSOE deberá pasar la prueba del voto directo. Por eso, la batalla al respecto no será tanto sobre la conveniencia o no de este mecanismo, sino más bien sobre quién redactará las reglas bajo las que se celebren las próxima primarias.
http://agendapublica.es/tres-paradojas-en-la-defenestracion-de-sanchez/
La “podemización” del PSOE
Enrique del Olmo
Aunque uno no deja de sorprenderse por las declaraciones de los barones del PSOE, la primera comparecencia pública de Javier Fernández como Presidente de la Comisión Gestora, no deja de dejarnos estupefactos. Según él, uno de los grandes problemas del PSOE es que se ha “podemizado”, ahí dejó el tema, con lo que no sabemos si se podemizó en la política, si se podemizó en los gestos, si se podemizó en la gestión interna de la organización, si se podemizó en el liderazgo. Como no creo que Javier Fernández nos vaya a sacar del estupor, habrá que reflexionar por impresiones.
Recientemente un veterano dirigente socialista de la UGT, me decía “Enrique, no pienses que esta crisis del PSOE viene de la gestión de Sánchez, viene de mucho más lejos, viene desde los últimos años de Felipe, cuando la desafección empezó a generalizarse en los centros más urbanos, permitiendo el acceso del PP de forma generalizada al poder local y autonómico en primer lugar y después al gobierno de la nación. Hubo una primavera reverdecida con la llegada de Zapatero a la Moncloa. Aupado por la huelga general del 20-J, el Nunca Mais, el impresionante “No a la Guerra” y el gran engaño del PP ante el 11-M, ZP subió aupado en esa ola y realizó una primera legislatura que género en el país un magnífico momento de euforia, sostenido también por la buena situación económica. Pero era un apoyo coyuntural, como luego se mostró a partir del 2008”.
Posteriormente, Rubalcaba y Sánchez han gestionado la decadencia y, además, zarandeados por una auténtica rebelión social expresada en el 15-M, que el PSOE y sobre todo su dirección no pudo, no supo y no quiso leer con claridad y se instaló en el regate corto para ir solventando elección tras elección, cada vez con peor resultado. La irrupción de Podemos descolocó aún más a la cúpula socialista, por inesperada y porque se sentían cuestionados en la calle y por las nuevas generaciones como garantes de un sistema bipartidista cada vez más puesto en solfa. En contra de lo que dice Javier Fernández, el PSOE nunca fue capaz de hacer una revisión en profundidad de la situación. Aún más, cuando Pedro Sánchez cuestionó la reforma express constitucional del artículo 135 le cayeron encima los poderes fácticos del partido para señalar que era un irresponsable. Recordemos aquellas “autocríticas”, donde el equipo de Rubalcaba decía “hemos cometido errores y asumimos las consecuencias”. Pero nunca se decía cuáles eran los errores de forma concreta y, por supuesto, no se asumían las responsabilidades.
En estos años de cambio político, el PSOE ha estado sometido a una enorme tensión entre ser el garante del régimen del 78 o asumir una política de cambio capaz de reconectar con la sociedad, aún a sabiendas que ya no estaba sólo. Esa tensión se ha ido mostrando en cada una de las importantes coyunturas que hemos vivido: sucesión de la corona, cuestión catalana, reforma electoral, puertas giratorias, crisis griega, política europea, cambios en la socialdemocracia europea,…..en todo ello ha podido el lastre conservador y el miedo; aunque también hay que señalar que los socialistas han acompañado partes importantes de las protestas contra las políticas del PP, sobre todo en educación y en sanidad. De hecho, en las mareas, sobre todo en la verde (educación) han tenido un importante papel…
Pero la tensión se ha manifestado con claridad en los momentos posteriores a los procesos electorales del 2015 y 2016. Se respondió a la demanda ciudadana de gobiernos de cambio en las Comunidades autónomas y los ayuntamientos con pequeñas excepciones, aunque algunas de estas quedan en él debe del actual presidente de la gestora. Javier Fernández no quiso ningún acuerdo con Podemos para el gobierno del Principado de Asturias y se entregó (con la colaboración del sectarismo de Podemos) la alcaldía de la emblemática Gijón al PP. Y hay que señalar que la dirección de Sánchez hizo una apuesta clara por nuevos gobiernos, ventilando las instituciones locales y regionales del hedor corrupto del PP.
Sin embargo en los momentos decisivos post 20-D y post 26-J, los barones, jarrones chinos y sectores conservadores se movilizaron para impedir un gobierno de izquierdas. Los grilletes que le pusieron a Sánchez -y que este aceptó encantado en el Comité Federal de diciembre, el de “nada con los populismos y los que quieren romper España”-, condujeron al callejón sin salida del pacto con Ciudadanos, pensando que con el papel firmado obligaban a Iglesias al acuerdo. Los errores y falta de voluntad de acuerdo de Podemos alimentaron la munición del sectarismo y de los sectores que bajo ningún concepto querían un acuerdo con Pablo Iglesias. Y ahí se organizó la orquesta (con Felipe y PRISA a la batuta) que luego, para impedir un nuevo intento de Pedro Sánchez de un gobierno alternativo, rompió al Federal y muchas cosas más.
El problema del PSOE no es en absoluto la “podemización” (eso sirve sólo para consumo interno), sino la pérdida de su papel como motor de cambio social y político que llevó a millones de españoles a depositar su confianza y sus esperanzas en el partido socialista.
http://irispress.es/2016/10/05/podemizacion-del-psoe/
José Antonio Pérez Tapia miembro del Comité Federal del PSOE y profesor decano de Filosofía en la Universidad de Granada. Es autor de "Invitación al federalismo. España y las razones para un Estado plurinacional", (Madrid, Trotta, 2013). Fue candidato presidencial de la corriente Izquierda Socialista en las últimas primarias del PSOE. Juan Rodríguez Teruel Doctor en ciencia política por la Universitat Autònoma de Barcelona y profesor en esta disciplina en la Universidad de Valencia. Editor de Agenda Pública. Enrique del Olmo sociólogo y militante del PSOE.